viernes, 2 de julio de 2021

"El mágico camino de la cepa a la copa" de Mª Isabel Mijares y García-Pelayo.


Nueva lectura para el verano de 2021 y para mi Biblioteca de Bodega.

El vino ha sido, es y será siempre, un compañero inseparable del hombre y mujer, en su vocación a través de su historia. Forma parte de su cultura y, por tanto, es mucho más que un simple producto de consumo. El vino es pues arte, civilización y cultura. Sin embargo, se encuentra amenazado desde diversas instancias, lo que hace que sea necesario difundir lo más ampliamente posible lo que es y lo que significa, para que todas las personas puedan acercarse fácilmente a él sin ninguna timidez, a fin de no ir perdiendo poco a poco las raíces de nuestra esencia cultural sustituidas por otras ajenas a nosotros. La autora pretende con este libro difundir, en forma amena, fácil y comprensible, qué es el vino, para romper con ello la barrera de timidez que, por exceso de respeto ante un producto rodeado de tanto rito, suele impedir el acercamiento a una parte tan importante de nuestra cultura, y generadora de múltiples e insuperables satisfacciones. El amor que la autora le profesa, adquirido a través de su conocimiento y dedicación al mismo, se ha volcado en el libro con el deseo y el convencimiento de que el lector conseguirá con su lectura un amor análogo que le conducirá inexorablemente a mantener esa parcela de nuestras raíces culturales. Por ello va explicando "desde la cepa hasta la copa" todos y cada uno de los elementos que confieren al vino ese papel preponderantemente cerca del hombre.

* Texto extraído del prólogo del libro.




"Oda al vino" de Miguel Hernández Gilabert


                                                       A lluvia de calor, techo de parras,

a reposo de pino,
actividad de avispas y cigarras
en el sarmiento fino,
cuerda de pompas y sostén de vino.

Morada episcopal, la cepa nimia,
bajo la luz levante,
en situación se pone la vendimia,
luciendo a cada instante
racimos en estado interesante.

India del grano, asociación del lujo,
vinícola paisaje,
como un mediterráneo sin reflujo,
ni flujo ni oleaje,
sólo esplendor y espuma de ramaje.

Pronto se besarán en la banasta,
nido por coincidencia,
hasta que diga el pie bailable: !basta!
las uvas: concurrencia,
asiduidad de peso y transparencia.

Les concede sazón en su mañana
la Virgen del Carmelo:
pronto la ubre oro y la de grana
enviscarán el suelo
de moscatel y tinto caramelo.

Al vino ya la tumba de madera
le prepara su fondo;
el vaso su torreón, su vinajera
la misa, el cáliz mondo:
! triunfo y consagración de lo redondo!

Lo calzarán las botas, a las cuales,
si aspecto da, despega:
latidos de las vides y costales,
palpitación y entrega
al archivo mayor de la bodega.

Subterráneo pantano de los vinos,
y camposanto oscuro
con cruz de grifo y muertos extrafínos,
corno un dulce seguro
de fontanas de pino y vino puro,

¡Qué agrado será allí verle cubierto,
hacerse espeso anciano,
impedido de árbol como el muerto,
redondo como el grano,
pistola, por el grifo, herir la mano!

Llave del vino, sexo que atraganta
la mano tabernera:
grifo corriente, y no, freno que canta
y calla, y no, y espera,
y sangra geometrías de madera.
¡Qué regalo beberlo con aroma
y calidad de higo,
sobre carácter de panal y goma,
y un cirineo amigo
buscar para el error, la duda digo¡

Líquidamente rubios, genuflexos,
como los amarantos
y las corbatas, tornará los sexos,
y hará doctores, ¿cuántos?,
consultores de esquinas y de cantos.

Como si fuera el Santo Sacramento
lo alzaré en los manteles,
o el Espíritu Santo del tormento
en figura de mieles,
o la Transformación de los claveles.

Calentará como un rojo solsticio
el hueso de mi frente,
y seré, con su carga, sin mi juicio,
no el yo de diariamente,
sí otro loco mejor y diferente.

Miguel Hernández